lunes, 30 de enero de 2017

La biblioteca vacía


Tener pájaros en la cabeza es incomodísimo. Un día pierdes un zapato y vuelves con el pie más negro que la capa de una bruja y al siguiente se te olvidan las gafas y le dices “perdone” a la farola contra la que acabas de chocar…
Diréis que a qué viene esta monserga. Qué impacientes, por favor. Voy al grano.
Hace unos días tuve una cita con mis lectores del colegio “Ciudad de Getafe”. Nos encontramos en su biblioteca y hablamos de personajes, de aventuras, de brujas guapifeas, de Picasso, de inspiración… Hablamos también de Diego, el protagonista de “El verano que desaparecieron los Trogloditas”, de acoso escolar y de lo importantes que son los amigos, especialmente cuando estás en apuros. 
Hasta aquí, todo normal. Una cita perfecta, si no fuera porque tengo pájaros en la cabeza. No me dejé las gafas en casa, ni firmé los libros con fechas del futuro, pero... me olvidé de las fotos. 
Cuando me quise dar cuenta, los chicos ya no estaban. Habían dejado las sillas en su sitio, recogido los papeles y colocado los libros. Nadie diría, al mirar la única foto de nuestro encuentro, que dos minutos antes había veinte chicos en esa biblioteca, preguntando, riendo y creando personajes literarios. Solo dos minutos antes, esas mesas estaban llenas de folios, lápices y libros… 
Es incómodo vivir con pájaros en la cabeza, pero a veces también es una suerte porque te permite ver lo que nadie ve. La foto de esa aula vacía habla del respeto de los chicos de Sexto A por su biblioteca. Y habla de Ángeles López, la profesora que no solo les ha descubierto el placer de los libros, sino que también les ha enseñado a sentir y ejercer el respeto que se merecen las bibliotecas. Y esas son cosas que no hubiera percibido en una foto de grupo.